La ciudad se me hace mas amable... las calles, las esquinas y los barrios se me hacen familiares... ya no es tan dura como al principio... cuando pedaleo por las calles de antes siento cosas diferentes... percibo sin miedo los detalles... huelo de forma distinta la lluvia y los parques mojados... la gente es mas real... cuando vuelvo de madrugada a casa en mi bici... subiendo la cuesta de Kastanien Allee... a veces hasta me encuentro a alguien. Como un perrillo que cerca su territorio delimito las calles que conozco y me siento protegida dentro de ellas. No me tambaleo en la bici... y hay veces que corro un montòn. Me rodeo de menos gente... eso es cierto... pero disfruto mas de mis companheros de casa. Y me siento afortunada porque tengo algunos amigos, y ... nos cuidamos los unos a los otros... Me doy cuenta de que algo està cambiando poco a poco... y empiezo a entender porquè estoy aquì... Violeta es de muchas maneras... y habìa una que no conocìa y tenìa una cuenta pendiente con ella. Ahora viven todas en familia, las de antes y las de ahora, las Violetas que echan de menos, las que se fijan en silencio en las demàs, las que se sientan frente a la ventana solas, las que se impacientan y piden y piden, las que son capaces de dar algo fuera del mundo Violeta, suspiran mucho... luego gritan, luego les da miedo todo... y a veces, se relajan y se dejan llevar. Todas ahi... que jaleo que tienen... pero cuido de todas ellas... como un jardincito... les doy de beber y les pregunto.
